En La 72, no solo abrimos las puertas a quienes buscan refugio y esperanza, sino también a las historias de lucha, dolor y resistencia que traen consigo. Muchas de esas historias pertenecen a mujeres: mujeres valientes, fuertes, pero también heridas por una violencia que no debería existir.
La violencia contra las mujeres y las niñas es una de las violaciones a los derechos humanos más persistentes y devastadoras en el mundo. Es un problema que no distingue fronteras ni circunstancias, que ocurre en el silencio de los hogares, en las calles, en los caminos de migración y en cada rincón donde debería haber paz y seguridad.
En La 72, cada día somos testigos de las múltiples formas de violencia que enfrentan las mujeres: física, emocional, sexual, económica. Mujeres que dejaron atrás su hogar no solo por la pobreza o la guerra, sino también para escapar del maltrato, la persecución o el miedo. Ellas cargan en su caminar no solo con sus sueños, sino también con cicatrices visibles e invisibles.
Por ellas, y por todas las mujeres del mundo, reafirmamos hoy nuestro compromiso: seguiremos siendo un espacio seguro, un lugar donde puedan sanar, sentirse escuchadas y comenzar de nuevo. Aquí, trabajamos para que cada mujer encuentre el respeto y la dignidad que merece, porque creemos firmemente que nadie, en ningún lugar ni bajo ninguna circunstancia, debería enfrentar la violencia por ser mujer.
La eliminación de la violencia contra las mujeres no es tarea de unos pocos; es responsabilidad de todos y todas. Escuchemos, aprendamos, eduquemos y alcemos la voz.
Que nuestro silencio nunca sea cómplice, que nuestras acciones siempre sumen.
A todas las mujeres que han sufrido, que han resistido y que siguen de pie: no están solas.
¡Nos unimos a su lucha con amor, solidaridad y esperanza!
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