Una lucha viva por el reconocimiento, la justicia y la dignidad
- la72comunicacion
- 26 jul
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Cada 25 de julio se conmemora el Día Internacional de la Mujer Afrolatina, Afrocaribeña y de la Diáspora, una fecha que surgió en 1992 durante el Primer Encuentro de Mujeres Afrodescendientes de América Latina y el Caribe, realizado en República Dominicana. Desde entonces, este día representa un llamado a visibilizar la historia, la lucha y los aportes fundamentales de millones de mujeres afrodescendientes en todo el mundo.
En La 72 – Hogar-Refugio para Personas Migrantes, este día cobra un sentido especial. En nuestra labor cotidiana acompañamos a mujeres afrodescendientes que migran desde distintos países, muchas veces empujadas por contextos de violencia estructural, racismo, pobreza, exclusión y falta de oportunidades. Algunas vienen de comunidades históricamente marginadas; otras huyen de conflictos armados, desastres climáticos o persecuciones múltiples que se agravan por el color de su piel y por su condición de género.
Estas mujeres no solo enfrentan los peligros propios del camino migrante como la trata, la violencia sexual, el secuestro o la discriminación en las fronteras, sino que además cargan con una historia de racismo estructural que atraviesa sus cuerpos, sus decisiones y sus derechos. Ser mujer, ser migrante y ser afrodescendiente implica habitar una intersección de desigualdades que muchas veces las relega al silencio o la invisibilidad.
Pero ellas no son solo víctimas. Son también portadoras de memoria, resistencia, sabiduría y lucha colectiva. Son mujeres que construyen, que sanan, que lideran, que exigen ser nombradas y respetadas. Mujeres que luchan no solo por sobrevivir, sino por vivir con dignidad, identidad y justicia.
Desde La 72, reafirmamos nuestro compromiso con la defensa de los derechos de las mujeres afrodescendientes, especialmente de aquellas que se encuentran en situación de movilidad humana. Reconocemos que no basta con brindar atención humanitaria; es necesario transformar las estructuras que reproducen exclusión, racismo y violencia.
Hoy, alzamos la voz con ellas. Para reconocer su historia. Para amplificar su palabra. Para denunciar la desigualdad. Y para seguir construyendo un espacio donde todas las personas sean tratadas con respeto, cuidado y humanidad, sin importar su origen, su color de piel o su situación migratoria.
